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No tanto, doctor Pastrana

ELESPECTADOR.COM


Humberto de la Calle | 23 Mayo 2009 - 2:23am

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Por: Elespectador.com
CON PERDÓN DEL DOCTOR PASTRANA, no puede un ex presidente andar diciendo que el caso del referendo les será indebidamente repartido a magistrados de bolsillo del Presidente. Es una barbaridad.

Una cosa es la profunda legitimidad que asiste a quienes nos oponemos a una reforma constitucional con nombre propio para prolongar de manera indeseable el mandato de Uribe. Más allá del estribillo de que se trata de la voz soberana del pueblo, sabemos que esos largos períodos, sobre todo en regímenes presidencialistas, son fuente de serios desarreglos institucionales y políticos.

Pero me parece aún más grave que circulen sin beneficio de inventario ideas como las que expresó el respetado ex presidente. Si viene el huracán de la reelección hay que tratar de resistir. Pero a eso no podemos agregar que, además, tiremos al tarro de la basura la paciente construcción de instituciones. Pastrana, por su rango y por su experiencia, sabe cuán difícil es construir instituciones. En el legítimo afán de luchar contra la permanencia de Uribe, tampoco podemos acudir al método de Sansón.

Igual de desacertada es la afirmación de muchos columnistas que, de entrada, parten de la base de que la Corte Constitucional sólo es legítima si tumba el referendo, mientras que si lo mantiene, es espuria y condenable. Es como el jugador de fútbol que, de antemano, dice que el árbitro es bueno, sólo si su equipo gana. De la misma manera que repudiamos algunas movidas bastante dudosas del Gobierno, no aceptamos que se juegue con dados cargados: yo también deseo que se caiga el referendo, pero un demócrata (que creo que es lo que estamos tratando de defender) debe aceptar las reglas de juego. Si ello no es así, ¿entonces cuál es la validez de la causa que auspiciamos?

El mecanismo de elección de los magistrados de la Corte fue fijado en el 91 con gran sabiduría. Armoniza con procedimientos semejantes en países avanzados. Por su propia naturaleza, la Corte está situada en el vórtice de las tres ramas del poder: pertenece a la justicia, examina la validez constitucional de las leyes y controla determinaciones importantes del Gobierno. Por tal razón, tiene plena lógica que sea el Senado el que nombre a magistrados que provienen de ternas de las otras dos cortes y del Presidente.

La crisis actual, que es muy seria, no nos debe llevar a obrar por impulsos de coyuntura, para entrar ahora en el proceso febril de ver cómo nos tiramos algo que es sólido. He criticado el papel del Senado, permeado por politiquería e intereses varios. Pero es allí donde está el mal y no en la supuesta e inexistente primacía del Presidente en el escogimiento de los magistrados, aun si él ha llevado a esa alta dignidad a personas de su confianza.

La Corte merece respeto. Un pacto elemental entre colombianos debería basarse al menos en esto: que el Gobierno no manipule, que no haga despliegues de poder indebido y que, en suma, juegue limpio. Y los opositores deberíamos comprometernos a respetar el fallo de la Corte, cualquiera fuese su decisión. En caso contrario, iremos en camino a la barbarie.

Y si la Corte le da la bendición, entonces tendremos el deber de derrotarlo en las urnas, acudiendo a la abstención activa.

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Un gobierno para los ricos


La prensa nacional divulgó la semana pasada un decreto que el Gobierno mantenía en reserva y que se refiere a la obligatoriedad en Colombia de utilizar, a partir de 2012, en todos los vehículos de menos de dos litros, una mezcla de combustible de 85% etanol y 15% gasolina, lo cual prendió todas las alarmas.

La noticia me tomó por sorpresa, pues actualmente no existen motores desarrollados en el mundo, con esas características, excepto algunas marcas en estado de experimentación en Brasil y en los Estados Unidos.

La producción de etanol a partir de la caña de azúcar, beneficia a los ingenios Manuelita, Providencia, Incauca, Mayagüez y Risaralda, para cuyo montaje de las plantas, obtuvieron grandes incentivos oficiales. Allí se producen 300 millones de litros al año, con el agravante de que no pagan impuestos. Bonito así.
La utilización de agrocombustibles ha sido cuestionada por la ONU y muchas organizaciones ambientalistas en el mundo, que incluso, han propuesto el cierre de las plantas, para aumentar la capacidad agrícola y cubrir las necesidades de millones de seres que hoy pasan hambre.

Colombia no es ajena a esta situación, pues ya se está viendo como, tierras que antes eran destinadas a la producción de artículos de pan coger, hoy se destinan al cultivo de caña, como está ocurriendo en los municipios de la hoya del Río Suárez entre Santander y Boyacá.

Desde hace cinco años el Gobierno y Alcoholes S.A., anunciaron montar una planta de etanol que aún no despega y, sobre esta base, los agricultores aumentaron la producción de caña en 20 mil hectáreas, hasta el punto que, tuvieron que convertir los excedentes de miel en panela, lo cual provocó un desplome en su precio cercano al 30%. Se redujo en cambio la producción de frutales y de otro tipo de alimentos.

La caña es el sector que genera más empleo en el país; 285 municipios producen panela y más de 120 mil familias colombianas viven de la caña panelera. Santander tiene 850 trapiches, los cuales, junto con los de Boyacá, producen el 45% del total de la panela. Esta es nuestra gran preocupación, porque vemos que a los paneleros no los defiende nadie.

El temor de los agricultores es que en el área de Güepsa se siga aumentando la siembra de caña, y la miniplanta de etanol no aumente la producción que hoy es de ridículos cinco mil litros, con lo cual el precio de la panela seguirá cayendo y por supuesto, habrá más pobreza en la región.

Hoy, la panela de una libra, se cotiza en el trapiche en $700. Lo grave es que el consumidor final en las grandes ciudades, tiene que pagar por el mismo producto $1.400. Que lindo negocio para el intermediario.

En conclusión, el Gobierno le hace el negocito a los ingenios azucareros que producen el etanol más caro del mundo; el precio internacional del petróleo cae; producimos nuestra propia gasolina en nuestra refinerías y, mucho ojo, que ahora nos la quieren cambiar por etanol, que es muchísimo más caro y más venenoso que la gasolina.

Nota al margen: Tomás y Jerónimo parecen, más bien, ser los hijitos del Rey Midas: Todo lo que tocan lo vuelven oro.