Anoche, Canal 2 Andalucía (o Canal Sur 2, o como quiera que se llame ahora), volvió a demostrarme que es uno de los pocos resquicios televisivos donde puede encontrarse algo interesante de vez en cuando (sí, muy de vez en cuando, pero algo es algo).

Que sí, que sí, que no es coña. Solía ser a horas indecentes, pero chico, algo es algo. Ahora, bueno; ahora ni en La2. Que de finos que son se pasan tres pueblos, y cuando les da por poner "buen cine" se van a esas películas "iraquíes con subtítulos en griego" que ven dos: el que no tiene más remedio porque controla los botones del vídeo desde el Pirulí y su madre, que le prepara el bocata de filete empanado.
Pues bueno, el caso es que, por ahora, tenemos ciclo Billy Wilder. Ya han puesto Primera plana (¡¡Magistral!!) y La vida privada de Sherlock Holmes, y ayer fue el turno (en pie, por favor), de Perdición. Ahí es nada. Se dice rápido, ¿verdad? Perdición. O lo que es lo mismo, cine de verdad, del que te deja clavado al sillón, del que te hace gritar aquello de "¡Qué grande es el cine!", y tirar el saxo al río...

¡Y cómo está ese Fred MacMurray como vendedor de seguros corrupto que quiere y no puede! ¡Y esa Barbara Stanwyck, mujer fatal donde las busquen! ¿Y que me dicen de ese Edward G. Robinson, tan pequeñito y matón como cuando lo dirigía Huston?
El que no la haya visto, que la vea. Perdición, de Billy Wilder. Y luego, La mujer del cuadro, de Fritz Lang.
Y es que el cine negro tiene algo que te engancha y te seduce. Yo diría que son los diálogos. Ningún otro género, con excepción tal vez del western, ha dado tan buenas frases, tan chocantes y memorables, como ha logrado éste. Mañana, que ahora no puedo, selección de "frases negras". Pero de las de verdad, de las impactantes. Esto significa que habrá un par modernas y un montón "de las de antes", cuando en Hollywood, España y tantos otros sitios había censura cinematográfica, pero no toda esa falacia e hipocresía que marca los proyectos actuales y que impide que los personajes sean reales porque la realidad no es políticamente correcta. Ver para creer...
