Incultura galopante (a pedradas con el pasado)

Es asombroso observar lo absurda, mojigata, falsa y demencial que puede llegar a ser esta sociedad tan moderna en la que nos ha tocado doblar el espinazo. Esta mañana, revisando como de costumbre la web musical Efe Eme, me encuentro con la noticia de que Paul McCartney y Ringo Starr han decidido impedir la edición del documental Let it be.

Para quien no lo conozca, se trata de una fantástica película dirigida en 1970 (y estrenada por esas fechas) por Michael Lindsay-Hogg, que acabó convirtiéndose en la amarga crónica de la separación del grupo. Es realmente asombroso cómo puede uno asistir al derrumbe de una amistad y una relación profesional que había logrado crear la que probablemente sea la obra musical más perdurable e influyente del siglo XX.

A lo largo del metraje puede verse a la banda discutiendo, criticando Paul a George por su manera de tocar la guitarra, y Lennon mareando la perdiz, más interesado por tontear con Yoko Ono que por trabajar con sus amigos. Aunque no todo es malo, por supuesto. Las cámaras meten al espectador en el estudio de grabación, y podemos ver a “los cuatro fantásticos” creando música de la nada; y eso es algo maravilloso. Por no hablar, claro, del famoso concierto en la azotea, la última actuación en directo de los Beatles, tan atípica como cabría esperar de ellos.

Pues bien, después de que se haya proyectado en cine mil veces y de que se editase en su día en vhs, ahora, cuando se preparaba una edición conmemorativa, resulta que los dos Beatles vivos no quieren que se lance. Una fuente cercana a ellos ha dicho: “Los Beatles siguen siendo una marca global masiva y no se la ayudaría si el público ve la cara más oscura de la historia. Ni Paul ni Ringo se sentirían cómodos publicando una película que muestra a los Beatles perdiendo los nervios. A la gente le gusta imaginarse que los Beatles era una nave feliz, pero la realidad, al final, era muy diferente, como muestra la película. Hay toda clase de material que muestra más disputas, pero es improbable que vea la luz en vida de Paul y Ringo”.

Es absurdo. Todo el mundo sabe cómo acabó la historia. Todos saben qué hizo Paul, qué hizo John y qué Yoko Ono. ¿Qué consiguen con no permitir el documental? ¡Pero si ya se ha visto! Pues no. Dicen que la gente estima demasiado a los Beatles como para ponerla ante la tesitura de verlos en tan dramática situación. Resumiendo, que mejor seguir sacando material alegre del grupo, que parece que no, anima más a seguir comprando. Pero, ¿no os habéis enterado? ¡¡Que ya se ha visto el documental!!

Calla, tú, que el que no se ha enterado soy yo. Que Paul y Ringo, siempre tan jóevenes, no andan muy desencaminados. Ellos son muy conscientes de que en la sociedad en la que vivimos, tan moderna y digitalizada, todo lo que tiene más de dos años ya es historia arcaica. Teniendo en cuenta los consumidores habituales de cine y dvd, ¿cuántos habrá visto un documental de hace casi cuarenta años? ¡Eso no lo pasan por la Mtv! Joer, eso ya no lo pasan ni por TVE.

Pues nada, a dulcificar la historia y a hacer pensar que los Beatles se separaron por un exceso de amor. Total, le vendan lo que le vendan al gran público, seguro que se lo come con papas. Es lo peligroso de la falta de cultura, que por extensión lleva a la falta de interés y al “aborregamiento”: puedes hacer que la gente crea y piense lo que te dé la gana. ¿Qué no?

Echadle un vistazo al documental Jesus Camp: Soldado de Dios. Te hiela la sangre. Estuvo nominado al Oscar. Es un excelente trabajo sobre cómo los cristianos más radicales educan a sus hijos en determinadas regiones de Estados Unidos. “La ciencia no puede explicar nada -le dice una madre a su hijo- ¿Quién es ese Darwin?”. De verdad, ésa sí que es una película de miedo.

Así que arreglamos la realidad a nuestro antojo. Cogemos el pasado y lo adaptamos, siempre por el bien común. Si alguien os hablara de responsables políticos y culturales pintándole un bikini a la maja desnuda… Suena a algo que sólo pasaría años atrás, ¿verdad? Pues echadle un vistazo a esta divertida foto del Frank, Dean y Sammy.

¿Algo raro? Nada, ¿verdad? Pues la susodicha, además de portada de mi libro (ejem), se usó para el lanzamiento de un cd/dvd del trío en directo. Pero, ¡rayos!, en esa ocasión desaparecieron los cigarrillos. Como lo cuento. Los eliminaron digitalmente, por aquello de que fumar es malo y no hay que dar mal ejemplo. Pero lo mejor viene ahora, recientemente ha vuelto a plantearse la idea que ya se barajó tiempo atrás. Usar esa misma tecnología para eliminar los cigarros de las manos de Bogar, Wayne y tantos otros clásicos. De la bebida no he oído nada, pero supongo que será fácil convertir el whisky en leche.

Eso de que hay que saber de dónde se viene para saber adónde se va es algo que ha debido caer en el olvido. Y como el pasado no vende y nos importa un rábano (como digo, para la mayoría el pasado empieza en 2007 y acaba en 2005), pues hacemos con él lo que nos viene en gana.

Pues nada, ancha es Castilla. Además, si el ser humano es una especie dura. Ya ha pasado por situaciones parecidas -lo de la incultura galopante, digo- y siempre lo ha superado. Una guerra mundial, unas cuantas dictaduras del pueblo, y vuelta a empezar.

Estupendo.